18 agosto 2017

DIARIO DE UNA BOMBA NUCLEAR (1ª PARTE)

“…El sol me despierta entrando por una rendija de mi refugio. Me quedo estirado pensando en mi sueño, qué fácil era la vida entonces y que poco hicimos para evitar el desastre, cada día lo veíamos sentados en nuestras butacas tomando café y pastas y ninguno acabó de creer que esto fuera posible.

La pasividad nos hizo tan culpables como esos monstruos, que destruyeron todo por un odio absurdo y un ego que no les cabía en sus gigantes y estúpidas cabezas. Todo aquello que creían defender quedó hecho cenizas, lo único bueno es que esos seres quedaron sepultados bajo toneladas de bombas, escombros y polvo. Ahora ya no queda nada…

Una ducha, qué bien me sentaría ahora, agua caliente llevándose la mugre que recubre mi cuerpo llevándose todo muy lejos tal y como hacía antes. Pero ahora ya nada funciona, no hay cañerías, no hay desagües, no hay agua recorriendo las ciudades, ni siquiera hay ciudades…”

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